Imagen Nuestra Señora del Buen Humor

Nuestra Señora del Buen Humor







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¿Quiénes aparecen en ella? ¿Qué hacen? ¿Por qué? 
  Está María con el Niño. ¿Qué sensación nos producen? 
  ¿Qué nos trasmite el rostro de la Virgen? ¿Y el rostro del Niño? 
  Jesús está vestido de arlequín: traje, mocasines, bola en la nariz… Hasta tiene el rostro pintado. ¿Qué nos dice todo eso? ¿Quién pudo elegir ese disfraz? ¿María? ¿Él? ¿O no es un disfraz? 
  En la mano lleva un molinillo. Es más que un juguete: se mueve con el movimiento y con el viento (del Espíritu…).
  Y sobre todo, el Niño sonríe… ¿Qué le haría sonreír al Jesús? ¿Qué podemos hacer nosotros ahora para que en esta Navidad haya una alegría sincera y completa? 

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Malabares
María, con el Niño Jesús en sus brazos, decidió bajar a la Tierra y visitar un monasterio. Orgullosos, todos los monjes formaron una larga fila, y uno a uno se acercaba a la Virgen para rendirle homenaje. Uno recitó bellos poemas, otro mostró las iluminaciones que había realizado para la Biblia, un tercer recitó los nombres de todos los santos. Y así, sucesivamente, monje tras monje, fueron venerando a María y al Niño Jesús. En el último lugar de la fina había un monje, el más humilde del convento, que nunca había aprendido los sabios textos de la época. Sus padres eran personas humildes que trabajaban en un viejo circo de los alrededores, y todo lo que le habían enseñado era lanzar bolas al aire haciendo algunos malabarismos. Cuando llegó su turno, los otros monjes quisieron poner fin a los homenajes, pues el antiguo malabarista no tenía nada importante que decir o hacer y podía desacreditar la imagen del convento. Pero en el fondo de su corazón el también sentía una inmensa necesidad de dar algo de sí a Jesús y María. Avergonzado, sintiendo sobre sí la mirada reprobatoria de sus hermanos, sacó algunas naranjas de su bolsa y comenzó a tirarlas al aire haciendo malabarismos, que era lo único que sabia hacer. Fue en ese instante cuando el Niño Jesús sonrió y comenzó a aplaudir en el regazo de María. Y fue hacia él a quien María extendió los brazos para dejarle que sostuviera un poco al niño. 
Paulo Coelho.

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  La imagen lleva por título “Santa María del Buen Humor, ora pro nobis” (“ruega por nosotros”), ¿Qué nos parece esa invocación?

  Dice el obispo Damián Iguacén: «El mal humor no se compagina con la Buena Noticia que es el Evangelio, que hemos de vivir y anunciar a todas las gentes. El Evangelio no se puede anunciar con mala cara, ni se puede vivir con malos humores. Sabiduría sin humor no es verdadera sabiduría. Humor sin sabiduría es necedad». 

  ¿Cuál podría ser esta nuestra felicitación de Navidad? ¿Qué texto le acompañaría?


Adaptación de Herminio Otero

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