Oración al caer la tarde
Meditación para un atardecer
Experimenta la maravilla
de haber nacido y de crecer.
Y haz que cada día, cada hora,
cada momento sean nuevos para ti.
Sé consciente de los límites
de tu oficio de ser persona.
Acéptate como eres
pero sueña con lo que
puedes ser
y trabaja para llegar a
serlo.
Evita en tu vida las contradicciones.
Sé sincero y transparente.
Y sobre todo, sé libre:
obra con la libertad de los hijos e hijas de Dios,
esa de quienes no tienen nada que perder
ni nada que ganar y, a la vez, todo que hacer.
Comparte cuanto tienes con las demás personas:
regala tu tiempo y tu alegría,
contagia tu ilusión y tu esperanza,
siembra siempre el buen humor.
No envidies la suerte de nadie
ni te dejes corroer por la envidia.
Tú, en cambio, actúa con generosidad y desprendimiento en ideas, acción y corazón.
Conserva tu capacidad de
asombro
ante todo lo creado.
Vive cada nuevo día
como si fuera el primero,
como si fuera el único,
como si fuera el último.
Da gracias a Dios
todos los días de tu vida.
Y cuando llegue la noche,
haz examen de consciencia:
mira lo bueno que has hecho,
felicítate por ello y siembra más amor
para que nazca nuevo con el sol.
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