Decálogo de la alegría

Decálogo para alcanzar la alegría




Bienaventuradas las personas que saben reírse de sí mismas,
porque nunca acabarán de divertirse.

Bienaventuradas las personas que saben distinguir
una montaña de un montículo,
quienes miran dónde ponen los pies,
porque evitan el resbalón y los pisotones atolondrados.

Bienaventuradas las personas que son capaces de trabajar,
descansar, dormir y reír... sin pedir excusas,
porque son sabias.

Bienaventuradas las personas que saben callarse y escuchar,
porque aprenderán cosas nuevas.

Bienaventuradas las personas que son bastante inteligentes
para no creerse el ombligo del mundo,
porque serán apreciados por quienes les rodean.

Bienaventuradas las personas que piensan antes de obrar
y quienes oran antes de pensar,
porque evitarán bastantes tonterías.

Dichosas serán las personas
sí saben admirar una sonrisa y olvidar una mala cara,
porque su camino estará lleno de sol.

Dichosas serán las personas
si saben callar y sonreír
aún cuando les corten la palabra,
les contradigan y les pisen...
Entonces el Evangelio comenzará a entrar en su corazón.

PARA HACER
1. Muchas veces vivimos enojados porque carecemos del sentido del humor. Eso mismo nos hace perder la alegría y, con ella, a veces, el sentido. ¿Cómo vivimos nosotros esta realidad?
2. Meditar cada una de estas bienaventuranzas e ir diciendo cómo las vive cada persona. Descubrir las causas, decir por qué nos cuesta, poner ejemplos concretos de superación.
3. Para que esta meditación sea un decálogo faltan dos puntos.. Concretar dos actitudes más cada uno que ayuden a alcanzar alegría. Entre todos se hace después un decálogo nuevo. 

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